Cuando ya el calor aprieta, cuando ya solo nos queda la añoranza y el recuerdo de la pasada Cuaresma, el aire venció al olor del incienso, las plazas perdieron su Azahar y las calles difuminaron los sones de las bandas;  tan solo queda en el suelo alguna que otra gota de la cera derramada.

Cuando las hermandades guardan sus enseres, y sus titulares dejan el rico atavío procesional para vestirse de Blanca Pascua, cuando nos volvemos al calendario para contar de nuevo lo que falta, todo parece haber acabado, pero que en realidad empieza de nuevo la cuenta atrás. 

Es ahora cuando ella se viste de sol, con sus mejores galas. No es diciembre sino que es mayo, ahora es cuando tu pueblo vendrá a verte por un motivo especial y extraordinario, nuevamente ante ti, besando tu imperial mano.

 









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